Reseña: ‘Sombras en la muralla’, un debut flojo y sin chispa


Título: Sombras de la muralla (Puntamo #1).
Autora: Mónica Fuentes Gordo
Editorial: Célebre
Páginas: 280
Fecha de publicación: marzo, 2019
Precio: 14,25 €.  Comprar libro
Sinopsis: Puntamo no es un pueblo corriente, la historia de amor de esta novela tampoco lo es. El joven Alfonso es conducido hacia la playa por una voz que proviene del pasado. Allí conoce a Marta, una fascinante chica que marcará su futuro. La pareja se casa, pero cada vez más adversidades van enquistándose en sus vidas. La aparición de Darío, el hermano de Alfonso, desencadena un giro inesperado, aunque las desgracias no dejan de suceder. Darío, motivado por Rubén, emprende un largo y arduo camino para encontrar la paz de su familia. En su búsqueda descubre que no son solo ellos los que sufren abundantes desventuras, es algo mucho más grande. Se trata de una maldición que no sabe de dónde proviene, ni por qué les afecta, pero no está dispuesto a rendirse, indagará para descifrarla. La hermosa Fernanda es una pieza clave y, junto a ella, luchará por encontrar la destrucción de ese nefasto maleficio..

Publicado en marzo del pasado año y abordando temas como la infidelidad, la codicia o incluso en un segundo plano la homofobia, Sombras en la muralla supone el debut de Mónica Fuentes Gordo en el mundo de la literatura.

Dicho estreno nos sitúa en Puntamo, un pequeño pueblo ficticio en el que se desarrollan todos los acontecimientos de la historia. Por ende, es allí donde conocemos a Alfonso, un hombre que hará cambiar su vida y la de su familia cuando se encuentra con una misteriosa muchacha a la que se propone conquistar. Sin embargo, aunque este desafío se torna imposible, eso no será lo más complicado por lo que tendrá que pasar el protagonista a lo largo de la obra. Todo su entorno guarda secretos, y la Tierra empieza a sucumbir cuando parece que cada uno de ellos está dispuesto a salir a la luz.

Puedo decir con total seguridad que mi cabeza estuvo y sigue estando a punto de explotar. Es una sensación rarísima, pero he de confesar que no tengo ni la más remota idea de qué es lo que he leído. Siempre que termino una novela suelo tener claro si me ha gustado o no, pero con Sombras de la muralla está siendo diferente. He dejado reposar el libro varios días y aun así continúo con la misma impresión que cuando lo terminé: esto que acabo de leer es una maldita locura. Pero una locura de esas que enganchan y que hacen que no quieras despegarte en ningún momento del papel.

Si bien he devorado la obra en pocas horas, el principio es un vaivén constante de partes buenas y partes malas. Aunque algunas eran la combinación perfecta de diálogo y narrativa, con las pausas y los giros situados en el momento más oportuno del capítulo, otras pecaban de aburridas, destrozadas por una anormal cantidad de paja que solo se podía llegar a salvar por el lenguaje sencillo del ejemplar. No obstante, el argumento en la segunda mitad está lo suficientemente bien hilado y emocionante como para que esas ganas de «quiero saber más» venzan cualquier otro tipo de sensación.

Pero lo que no he podido tragar de ninguna de las maneras ha sido los personajes. Se me ha hecho difícilisimo comprenderlos y sentir empatía por ellos, convirtiéndose así en el elemento con el que más me ha costado lidiar de toda la historia. Sus comportamientos no eran proporcionales a la edad y madurez que se suponía que debían tener, y sus monótonos y repetidos cambios de opinión me han llegado a sacar de quicio en varias ocasiones; se han mostrado muy lineales durante la novela entera. El único al que sí se le ve de forma notable una evolución pese a las pocas páginas en las que aparece es a Rubén, el hijo de la familia, y me hubiera encantado haberlo disfrutado más tiempo.

Como avanzaba al principio, el libro toca principalmente el tema de la infidelidad, tratando de manera indirecta qué pasos se deben cruzar y cómo actuar en caso de que se crucen los indebidos. En este asunto me ha molestado el hecho de que se romantizara, tal y como se hace a continuación: «Pero era un niño muy maduro para su edad y entendía que, por amor, se podían hacer muchas locuras». Entiendo la veracidad de la cita pero solo hasta cierto punto, y precisamente a lo que está haciendo alusión considero que lo sobrepasa. Este es un ejemplo de por qué me ha resultado complicado entender muchas de las actitudes que se querían justificar.

En definitiva, la trama es una maravilla en comparación con quienes se encargan de vivirla. En la mayoría de ocasiones el argumento no es nada sin unos buenos personajes que lo protagonicen, pero afortunadamente, en Sombras de la muralla logra tener un papel tan fundamental que nada es inconveniente para que el lector quiera llegar hasta el final. Como se suele decir, el debut de Mónica Fuentes es uno de esos que enganchan.


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